De insomne a soñador pasando por sonámbulo

El Recre es una montaña rusa onírica. Ha pasado de la pesadilla más aterradora a un sueño idílico vetado en sus conexiones sinópticas hasta hace muy poco. El Decano ha entrado en una fase REM que neutraliza el imsomnio profundo que le acechaba desde hace seis jornadas. El cerebro blanquiazul es ahora capaz de construir por fin un universo de fantasía, un paraíso de salvación en el edén de la Liga Adelante. Los sueños, sueños son, pero el Recre se está empeñando en decorar un escenario en el que se representen sus ilusiones y, a veces, esos anhelos encuentran cobijo en la impredecible realidad.

Víctimas de la parálisis del sueño, bloqueados hasta la catatonia en un limbo entre el estado somonoliento y la vigilia, los recreativistas observaban aterrorizados cómo se precipitaban sus deseos por una brecha de desazón causante de un anquilosamiento supino. Un intenso letargo les monopolizaba como síntoma adicional al shock en el que caían inmersos tras encajar un tanto.  El tratamiento de choque para esta compleja patología ha sido ver de cara el abismo, estar a ocho puntos del descenso y a unos minutos de la certificación matemática. 

La afición ha tenido mucha culpa en la mejoría del paciente. Siempre a los pies de la cama, infatigable y persistente, a pesar de que son sufridores pasivos de esta enfermedad. Han estado ahí, para consolar, para alentar, pero también para impedir que el Recre se autocompadeciese de su desgracia y abriera los ojos para levantar la mirada. Un toque de atención que dio ante el Leganés la grada de animación que no ha sido entendido por los jugadores, decepcionados con ese sector, pero que ha sido clave para apelar a un orgullo anestesiado.

Ante el Sabadell (3-1), el Recre despertó. Días antes ya se desperezó ganando al conjunto pepinero, pero lo de ayer fue la rúbrica de que han salido del coma, a pesar de Pablo Comas. Juegos de palabras al margen, el mérito de esta plantilla es mayúsculo. Es cierto que llegaron al farolillo rojo por méritos propios, más allá de convulsiones institucionales y contratiempos múltiples, pero tras ver a Las Parcas sostener su hilo y aproximar las tijeras, han pegado un tirón para arrancarlo de sus manos.

Esta vez, sí tuvo pegada

Hay que remontarse mucho para evocar una victoria de tres goles del Decano. Basta decir que en siete partidos anteriores habían marcado los mismos tantos que ayer ante el Sabadell para entender la magnitud de lo cosechado en el Nuevo Colombino. Nadie atisbaba un paisaje diferente a la victoria, pero ni mucho menos se esperaba un despliegue ofensivo de este calibre. El Recre no fue tan ordenado ni disciplinado como el miércoles, pero tuvo más pegada.

Los jugadores parecieron liberados de una presión asfixiante, la que apretaba en sus cuellos la soga de seis derrotas consecutivas y que lograron aflojar hace unos días. Se notó y mucho. Fueron alegres en ataque y la pausa le ganó la partida a una precipitación que era maestra de ceremonias habitual en el juego onubense. 

Gran culpa de ello fue de la presencia de Álvaro Antón y Montoro juntos en el once, un tándem que conjunta a la perfección con un Pedro Ríos que, pese a marcar,no está del todo acertado pero que es un filón vital. No fue un choque de mucho control ni dominio territorial, pero la diferencia la marcó el centro del campo local. Manu Molina, inédito hasta el tramo final de temporada y sin haber demostrado nada en sus escasas oportunidades en el once, ha encontrado el punto correcto de maduración en al temporada y se ha convertido en un recurso inesperado de gran valor para el Recre.

Más allá de su protagonismo en la transición del juego, físicamente estuvo muy entero e incordió constantemente en la salida del balón rival, relevando a Caye Quintana en esa faceta cuando así lo precisaba. Además, el centrocampista onubense tuvo llegada, por fin apareció la confianza que le ha faltado para entrar desde segunda línea y sorprender a la zaga. Y así ocurrió en el primer gol tras una gran asistencia de Caye que Manu Molina aprovechó con un remate que cruzó a la izquierda de Nauzet. Estallaba el Nuevo Colombino. 

Facilidades defensivas del Sabadell

El Sabadell era un flan en defensa y el Recre aprovechó el tembleque de sus centrales para abrir la lata. Por fin fue efectivo y eficiente. No se había cumplido el minuto 20 y el Decano se adelantaba con mucho tiempo para gestionar su ventaja. El equipo catalán no exigía demasiado y aunque los locales juntaron líneas no se encajonaron atrás y permanecieron con el plan inicial. Únicamente las internadas del joven Pol Roigué daban sensación de peligro, pero el canterano del Sabadell, muy rápido e incisivo, no podía echarse a la espalda semejante responsabilidad. Perdió varios balones en situaciones comprometidas por no jugar fácil e intentar individualidades y le costó varias contras del rival.

Esta vez, el sonámbulo sobre el césped no era el Recre, sino el Sabadell, que caminaba sin rumbo y telegrafiando cada movimiento, permitiendo al Decano anticiparse. No había ideas, frescura, dinamismo… el vórtice de la Segunda B, succionando cada vez más cerca de ellos, se tragó la identidad y la pizarra de un equipo muy tocado.

Solo en el juego aéreo se mostraban superiores y las opciones de estrategia se convertían en la principal baza visitante. Pero ahí estaba Menosse, un dispendio de fuerza, sacrificio y entrega; disputa los 90 minutos con los dientes flechados y los puños cerrados, no rehuyendo el más mínimo contacto y luchando hasta el final sin importar el resultado.

Dosificando fuerzas en la reanudación

En la segunda mitad, el Recre temía replegarse a posiciones más defensivas, pero ante el derroche físico las fuerzas aconsejaban dosificar y permanecer a la expectativa. Eso concedió terreno al Sabadell, que quiso posicionarse en el campo y apropiarse al menos de la manija. El Decano no rechistó y transigió, esperando al error para salir en tromba hacia arriba. En el primer acercamiento local tras la reanudación, el Recre logró ampliar el resultado y poner tierra de por medio. Tras un saque de esquina, el rechace de la defensa llegó a los pies de Montoro, que conectó un certero disparo para lo que parecía la sentencia (2-0). Pero con equipos tan inestables y volubles, nunca está todo escrito.

José Domínguez lo vio claro y agotó sus cambios. En un ataque de entrenador, decidió sustituir a Montoro, uno de los mejores pero con mucha carga de minutos tras una lesión, y dio entrada a Zamora. Un jugador en el ostracismo esta temporada y sin muchos argumentos futbolísticos, pasó al pivote recreativista. Y estuvo muy perdido. Defensa puro, su tendencia era incrustarse entre los centrales, pero su cometido era el de sostén en la medular. Se quedó a medio camino, en un territorio de nadie y entorpeció más que apuntaló.

 Zamora, un error de José Domínguez

Un jugador nada acostumbrado a entrar en la circulación del juego recibió galones de nexo con el centro del campo y le vino grande. Estuvo nervioso, rifó la posesión y ensanchó la brecha con los de arriba al ser incapaz de conectar con ellos. Error grave del técnico. El desasosiego y desconcierto se contagió a toda la retaguardia, descoordinada en las coberturas y en el cierre en una fase de absoluto caos que aprovechó el Sabadell.

Avisó Benja con un remate en el área, tras varios errores en la marca, que detuvo Sotres. Pero en la siguiente, Marcos García no perdonó e hizo el 2-1. Les tocaba sufrir a los blanquiazules cuando parecía un marcador suficiente, mientras que los catalanes abrían un resquicio para al menos sumar. Roigé insistía una y otra vez por la derecha ante un desbordado Córcoles, colgando balones que abortaba Sotres como podía.

Contra las cuerdas, recibiendo golpes y en actitud defensiva, el Recre parecía abocado a un final de partido de infarto. Pero entonces apareció Núñez. Pegó un sprint de 40 metros e hizo valer la carga superior de oxígeno para doblegar al zaguero, asistiendo después a Pedro Ríos que, en escorzo, acertó a contactar con el esférico, que entró llorando en la meta de Nauzet. Ahora sí. Estaba hecho.

El Sadar, el fin de semana que viene, será el tribunal onírico definitivo para el Recre. Si ganan los blanquiazules, el sueño empezará a trascender de la dimensión ficticia y especulativa a la real.

El Recreativo recupera la dignidad y el pulso

Éxtasis, júbilo, gritos de “sí se puede”, ovaciones, apoyo incondicional a los jugadores… Lo que cambia el fútbol en noventa minutos.  La grada de animación joven inició la tarde dejando desierta su zona de la grada en señal de protesta por la desidia mostrada en partidos precedentes. Pero finalmente se rindieron ante la exhibición de garra en el césped y al término del choque volvieron a su emplazamiento habitual para despedir a los suyos con merecidos aplausos.

El Nuevo Colombino se contagió de un despliegue descomunal de sacrificio y orgullo que esta vez sí demostraron los futbolistas del Recreativo. Quizás sea tarde clasificatoriamente pero nunca lo es para izar la bandera de la dignidad. La afición  pedía a gritos que se honraran el escudo y los colores; bajar a Segunda B es un desenlace indeseado pero asumible, lo que no es tolerable es bajar los brazos.

Hasta el duelo con el Leganés (1-0), esta era la dinámica del Decano en el último mes de competición. En caída libre, con una hemorragia de derrotas (seis consecutivas), incapaces de marcar y, lo que es peor, ofreciendo una imagen indecorosa e hiriente para su público, esa fue la espiral que parecía interminable y cíclica. Pero el Recre, con un partido más que decente, ha conseguido liberar algo de peso de sus hombros, una losa que les impedía levantar la cabeza y mirar más allá de sus continuos errores. ¿Cuál ha sido el punto de inflexión?, si eran capaces de algo así, ¿por qué han esperado hasta la jornada 39 para reaccionar? Es quizás la sensación contradictoria que abordaba a los recreativistas durante el choque mientras veían en el campo a once jabatos dejándose la piel.

La situación ha pasado de definirse como un milagro divino a un panorama desolador pero no imposible. Ahora mismo, son cinco los puntos que les separan de la salvación, muchos, sin duda, pero los tres próximos compromisos son nada menos que contra el Sabadell en casa, Osasuna en Pamplona y ante el Barcelona B en el feudo onubense. Todos ellos están implicados de lleno en el descenso y ganar no es solo sumar tres puntos sino evitar que rivales directos lo hagan.

Un Leganés simplón

El Recre fue muy superior al Leganés, que no ofreció nada de fútbol y se dejó en Huelva todas sus opciones de soñar con la sexta plaza. Fue un equipo simplón, sin ideas ni una propuesta más que intentar surtir de balones en profundidad a Chuli, todos ellos abortados por una zaga recreativista que ayer estuvo sobresaliente. Se esperaba más de un aspirante a entrar en los playoff, pero la agresividad e intensidad de los locales neutralizaron lo poco que intentó el conjunto pepinero. Los visitantes esperaban un Decano hundido y una presa fácil a la que hincar el diente, pero lo que encontró fue a un león herido que se revolvió con virulencia.

Presión asfixiante en la salida del balón

Atrás, Mantovani y Carlos Delgado estuvieron muy inseguros, Manu Molina, Caye Quintana, Antonio Domínguez y Pedro Ríos no dieron un respiro en la salida del balón e incomodaron mucho a los centrales obligándoles a jugar en largo y a rifar la posesión. Eso dio alas al Recre, que recuperaba muy pronto el esférico y, con un hombre como Montoro en la medular, la distribución era más fluida y con sentido común. Cuánto ha echado de menos el Decano al sevillano en la manija. A pesar de no estar al 100%, fue el ancla y la brújula, marcando los puntos cardinales del juego blanquiazul y orientando constantemente la dirección del ataque local. Un inspirado Antonio Domínguez (el jugador más desequilibrante y el único con desborde del equipo), fue el socio ideal. Las aperturas a banda eran constantes, buscando que el puntaumbrieño percutiera y colocara centros al corazón del área.

Precisamente fue el canterano blanquiazul el que tuvo la ocasión más clara en la primera mitad cuando remató de manera defectuosa un pase desde el flanco izquierdo de Diego Jiménez, que no se desenvolvió nada mal en la faceta de lateral tras su reconversión por las bajas en esa demarcación. El Leganés no inquietó, la exigencia del tramo final de la temporada les ha pasado factura y físicamente perdieron la batalla ante un Recre muy enchufado. Cuando la mente funciona, las piernas responden, y los locales estuvieron muy centrados y entonados.

Control del juego sin ansiedad ni prisas

No existía un dominio aplastante ni un asedio a la meta de Serantes, pero después de mucho tiempo, el Decano parecía tener la situación controlada y manejaba el ritmo del partido a su antojo. Sin ansiedad, sin prisas, sin precipitación. Manu Molina filtraba balones pero un fallón Pedro Ríos erraba en el último pase. La falta de acierto arriba no desesperó y la constancia fue la mayor virtud junto al esfuerzo titánico.

Cabía la duda de si en la segunda mitad podrían aguantar el ímpetu inicial o si el físico les condenaría. Ni una cosa ni la otra. El Recre bajó enteros tras la reanudación, pero el Leganés, tímido, atenazado y sin muchos argumentos, apenas probó a Sotres, a pesar de que la posesión empezó a repartirse más equitativamente.  El partido se estancó, perdió fuelle y chispa. Una coyuntura poco favorable para el Recreativo, que necesitaba electricidad y frenesí para no perder la estela de la victoria. José Domínguez dio entrada a Núñez y a Cabrera para reactivar el ataque blanquiazul y buscar alternativas a un plan que había agotado todo su potencial.

Pedro Ríos centró algo su posición y se colocó en el enganche para conectar con Caye y habilitar la subida de hombres rápidos por los flancos. Garitano, nada satisfecho con su equipo, hizo un doble cambio tras el descanso, y fue precisamente uno de los recién incorporados el protagonista de la ocasión más clara de los madrileños,  cuando Sergio Prendes no acertó a rematar en área pequeña por milímetros.

La dupla de oro de la cantera dio el triunfo

Fue lo más peligroso del Leganés, eso y un rapidísimo y escurridizo Bryan Rabello que entró poco en juego pero cuando lo hizo la zaga del Recre solo pudo parar sus serpenteantes acciones con faltas. El Decano lo seguía intentando. El equipo estaba algo más partido fruto del cansancio, pero no dejó de buscar la portería rival. Finalmente llegó el premio ansiado. Y vino, cómo no, de la dupla de oro de la cantera. Antonio Domínguez recibía en banda izquierda y tras un quiebro se perfiló para sacar un centro con rosca que logró cazar con la puntera Caye Quintana para hacer enloquecer a la grada onubense, huérfana de alegrías desde hace demasiado tiempo, (1-0). Tras el gol, el Recre tiró de oficio y enmarañó el partido. Faltas, parones e, incluso, una tangana fueron dejando morir un encuentro que les permite  seguir con vida para las jornadas vendieras.

Crónica publicada el 20 de mayo de 2015 en Planeta Deporte 

No te mueras, abuelo

frenteonuba.blogspot.com
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Bolsa de gusanitos tamaño familiar y dos cartuchos de pipas, uno en cada bolsillo. La munición para 90 minutos está lista. Las 25 pesetas restantes del presupuesto quedaban reservadas para las almohadillas, esa especie de cojín acolchado forrado de plástico azul marino que estimulaba el funcionamiento extremo de las glándulas sudoríparas de las posaderas. Los bloques de hormigón que ejercían de asientos en las gradas te obsequiaban con una sesión de quiropraxia agresiva muy poco beneficiosa que aconsejaba aislar la zona de alguna manera.

En un poyete de la calle Pedro Alonso Niño, justo enfrente de una de las puertas del estadio, somatizaba en un balanceo nervioso la pueril impaciencia en la víspera del partido. A mi alrededor, reinaba un espontáneo compadreo. Los vecinos de la zona se asomaban entre los barrotes de las plantas bajas, aún somnolientos de la siesta, y se apoyaban en los alfeizares buscando intercambiar impresiones con los aficionados más puntuales. De puntillas, con la curiosidad desafiando las limitaciones físicas de mi estatura, lograba asomar la cabeza por la diminuta ventanilla de la taquilla. En aquellas dependencias, sobre una mesa de madera sostenida por dos escuadras metálicas, reposaba un arco iris de fajos de entradas con una variada gama cromática, impresas en un papel barato, carente del satinado actual.

Aquel vetusto Viejo Colombino tenía solera. No era la primera casa del abuelo, pero sí su preferida y la que más se identificaba con su esencia. Humilde, coqueta a su manera, rústica, de barrio, sin ornatos, pero acogedora. Aquellos aposentos olían a fútbol puro y nuestro. Estar allí era como sentarse en las rodillas de un anciano a escuchar batallitas de fútbol: goles mágicos, pasión, alegría y lágrimas. Todo, con un marcado acento de aquí: choquero hasta la médula, familiar, cálido…

Mientras el balón rodaba, se vendían las papeletas para la tómbola que se realizaba durante el descanso, las bolsas de cacahuetes volaban cruzándose en el aire con monedas de 20 duros (qué precisión de quarterback tenía aquel hombre). “Pipas, frutos secos, gominolas, chicles…”, era la cantinela que se intercalaba entre palmas onubenses y vítores al Recre. Sin olvidar a aquel desgarbado y ‘pochudo’ vendedor que cargaba por todo el pasillo de tribuna con un cubo verde lleno de refrescos casi helados y cuya mirada estaba siempre clavada en el horizonte, en busca de sedientos clientes.

En las gradas no faltaban los clásicos de cada domingo: el tío del puro interminable que más de una vez estuvo a punto de tragarse por la emoción de un gol, el que siempre se arrancaba a aplaudir y contagiaba, el que gritaba “¡arriba!” en cada balón aéreo o el que masticaba pipas sin pelarlas. Dónde queda la ola que se deslizaba con sinuosidad por todo el perímetro del estadio hasta que se dibujaba un tsunami sin fisuras. Quizás entonces fuéramos menos que ahora, pero parecíamos más.

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Gran parte de ese legado se perdió en la mudanza al Nuevo Colombino. Había que renovarse y evolucionar tras el ascenso a Segunda. Instalaciones más cómodas, espaciosas, modernas, estéticas, etc. Pero el lifting al que se sometió el Recre arrastró líneas de expresión que daban personalidad a su rostro. Un club acostumbrado a pocas alharacas y estridencias fue empujado a una vorágine que comprometió su salud de manera progresiva.

Al abuelo se le exigió más de lo que su organismo soportaba. Pero él, sufridor y entregado a su gente, siguió adelante sin rechistar para agradar a los suyos y no preocuparles con sus dolencias. Quería regalar a sus nietos temporadas en Primera, que vivieran un año de sueños acariciando posiciones UEFA, que disfrutaran de las diabluras de Cazorla, que tocaran con la yema de los dedos la Copa del Rey, el asalto al Bernabéu…

Los triunfos revitalizaban pero las lesiones internas se incrementaban con cada esfuerzo, que provocaban una nueva hernia económica. El Recre era un anciano de monedero y los cuartos debajo del colchón que empezó a ser manejado a golpe de talonario y pagarés. Tejemanejes con los que el abuelo se perdía y que se escapaban de su cuenta de la lechera. Su vista empezó a fallar, dejó de atisbar cuáles eran sus verdaderos objetivos, era incapaz de mirar al frente con claridad, afectado por cataratas de falsos pronósticos y estimaciones de los dirigentes.

Los servicios sociales del fútbol, los administradores concursales, tuvieron que actuar y se encargaron de su tutela para paliar los efectos de la anemia crónica que contrajo. Tras un periodo muy pachucho, recuperó autonomía, pero el Ayuntamiento decidió soltar lastre y lo mandó a un geriátrico regentado por gestores externos negligentes que han dejado al Recre en un estado casi catatónico.

Este año, el carismático viejecito, vitalista y dicharachero, cumplía 125 años, una fecha que ha evidenciado de manera dramática y profunda unos achaques preocupantes. La diabetes financiera que padece el abuelo ha provocado que no fabrique suficientes ingresos y la insulina inyectada en forma de créditos está generando otra patología más grave, un tumor llamado deuda que aumenta su tamaño afectando ya a funciones vitales como la deportiva. La falta de riego ha ocasionado que Hacienda haya amputado parte de los bienes del abuelo comprometiendo su movilidad.

El Recre se enfrenta a un fallo multiorgánico inminente que puede materializarse cuando se oficialice el descenso a Segunda B. Su cerebro, la directiva, sufre una demencia senil que le está abocando al desastre. Sus articulaciones, la plantilla, están atrofiadas, sin fuerza, muy frágiles ante cualquier golpe o torcedura de los acontecimientos. Y su corazón, ay, su corazón… la afición resiste a duras penas a cada infarto dominguero, derrota tras derrota; cada vez menos se empeñan en bombearlo. Debilitado, supurando desazón, encogido por la tristeza… No te mueras, abuelo.  

Artículo publicado el 14 de mayo de 2015 en Huelva24.com

 

Un ateo sin fe en sus posibilidades de salvación

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Menosse intentando contener las lágrimas, Antonio Domínguez de bruces en el césped, Caye Quintana mirando al infinito, Pedro Ríos arrodillado, hundido, desolado. Esa era la estampa del Recreativo de Huelva en el Nuevo Colombino tras la derrota ante el Valladolid (0-3). Un plantel sin dogma de fe, sin doctrina ni credo, rindiendo culto al caos. Representan el fútbol nihilista, o de la negación absoluta del juego en su vertiente tanto técnica como de lucha. Corrieron, sí, pero sin convicción ni orgullo, los recreativistas ofrecieron, de nuevo, su versión más timorata y remisa.

El Decano duró quince minutos, unos compases en los que la voluntad y las ganas se tradujeron en presión. Con dos hombres en punta, Caye y Braulio, se pretendía alargar al Valladolid, ampliar la distancia entre sus líneas, evitando la conexión con la medular y desmantelando de ese modo la sala de operaciones vallisoletana. Como siempre, ese oficio de obrero exigía mucho pico y pala para allanar el terreno a los ingenieros y arquitectos blanquiazules, un cargo desierto desde hace varias jornadas.

Dimas y Jesús Vázquez son dos peones que se ven obligados a diseñar los planos de un fútbol cuyos cimientos se desploman desde el planteamiento inicial. El intrusismo laboral forzado de los dos hombres de la manija, provoca que el edificio ofensivo del Recre se haga añicos antes de rematar con el tejado. El ataque acaba convertido en una escombrera, un amasijo de cascotes imposible de aprovechar. Mientras tanto, Álvaro Antón, delineante capaz de trazar pases precisos y filtrar balones con mayor clarividencia, sigue demasiado lejos de los centrales, encajonado como interior, vaciándose físicamente, ni mucho menos su fuerte, y entrando poquísimo en juego.

 Pocas alternativas tácticas

Ante la orfandad de hombres de creación en el centro del campo, sería mucho más factible centrar la posición del burgalés, y que baje a recibir de la zaga para iniciar jugadas con sentido desde atrás. Ya sea con un trivote, un rombo enganchando con Pedro Ríos o manteniendo el 4-4-2 clásico, el Recre ganaría en equilibrio, lógica y podría retener algo más la posesión. Las constantes pérdidas en tres cuartos de su propio campo condenan una y otra vez al Recreativo. No hay fórmulas milagrosas, pero sí soluciones parciales que pueden paliar un desastroso sistema de contrastada ineficacia, que encadena ya cinco derrotas consecutivas.

Más allá de errores de base y tácticas suicidas del Decano, el Valladolid fue netamente superior e, incluso, sin apretar el acelerador. Despachó el encuentro en 25 minutos y lo hizo con mucha calidad y acciones de quilates. El pase de tacón de Álvaro Rubio para habilitar la incursión en el área de Roger fue sencillamente exquisito, al igual que la definición del delantero visitante cruzando el esférico ante la salida de Sotres, 0-1.

 Sin tiempo para la reacción

La historia se repetía para el Recre. Primeros momentos de tanteo, imprecisiones, rechaces, juego aéreo, hasta que el Valladolid decide apostar por el fútbol subterráneo, rápido y asociativo. No hubo tiempo para la reacción local. Sin apenas respiro para digerir el golpe y recuperarle el pulso al partido, el Decano volvió a besar la lona cuatro minutos después. Y de qué manera. La obra de arte del Valladolid en el segundo tanto fue de museo. Óscar se inventó de la nada un tanto de otra galaxia. De espaldas a portería, a la altura del vértice izquierdo del área blanquiazul, rodeado de contrarios, opta por usar el único recurso para sacar provecho de la situación. De media chilena, pone un balón bombeado, dibujando una parábola perfecta, casi como una folha seca, que supera a la muralla defensiva local y a Sotres, hierático ante la virguería del hábil centrocampista pucelano.

La grada se rindió a la evidencia y respondió con aplausos unánimes ante aquella maravilla. Toda una lección de señorío y gusto por el buen fútbol de la afición onubense, poco acostumbrada a presenciar tantos de esa factura. Tras ese impase de paladeo futbolístico, el público estalló. Quedaba una hora de choque y las opciones de arañar algún punto ya eran poco más que una quimera. Restaban 60 minutos de vía crucis para los futbolistas y para unos espectadores que van de una desgracia a otra cada fin de semana.

Los jugadores blanquiazules bajaron los brazos por completo y el Valladolid fue dueño y señor del ritmo del partido. Apretó lo suficiente para evitar sustos innecesarios sentenciando con el tercer gol a siete minutos del descanso. Una embarullada ocasión que salvaba en primera instancia Sotres con una salida al punto de penalti, llegaba a las botas de Peña que empujaba a la red el tercero y neutralizaba cualquier esperanza de los locales. El silencio fue un clamor, el Nuevo Colombino enmudeció, sin saber a quién dirigir sus críticas, cansados de vociferar, de empujar a un equipo en ruinas.

 Segunda parte de mero trámite

 El partido se acabó en la primera parte. Tras el descanso, el desenlace sería lo que el Valladolid dispusiera. Los de Rubi, tocaron y tocaron sin que les quemara la posesión, no apretaron en exceso ni se aprovecharon de la carroña blanquiazul que yacía en el césped. Tampoco pecaron de indolentes o humillaron al rival con una condescendencia insultante; fueron a por más, pero solo Sotres y la falta de puntería evitaron una goleada de escándalo. Roger falló a puerta vacía un gol cantado tras pillar desprevenido al Recre en una contra.

De nuevo, José Domínguez recurrió a defensa de tres, pese a los nefastos resultados de choques anteriores. El equipo blanquiazul se parte aún más quitando a un efectivo de la zaga, porque obliga a los jugadores del centro del campo a trabajar el doble en el repliegue y eso limita irremediablemente al ataque. Muchos espacios y anarquía táctica, poco comprensible con una desventaja tan importante que pide a gritos taparse y esperar a que amaine el temporal.

Mientras tanto, sin noticias del ataque del Recre. Un sábado más, ni un solo disparo a puerta. Únicamente un lanzamiento lejano de Núñez desde la frontal del área probó los guantes de un Javi Varas, al que solo le faltaron las palomitas para disfrutar del espectáculo. Braulio sigue siendo la caricatura de su propia sombra, llegando al colofón de la temporada sin marcar y, lo que es peor, sin intentarlo. Caye Quintana no tuvo mayor fortuna, pero sus desmarques dieron mayor sensación de peligro que cualquier acción del canario.

El Recre se hunde un poco más, sigue colista, a la espera de resultados que ahonden más en su situación y con una jornada menos para enmendar su desastrosa temporada. Por su parte, los tres puntos mantienen al Valladolid metido en la pelea por la segunda plaza, a pesar de que el Girona sigue sin ceder ni un ápice.

Crónica publicada el 9 de mayo de 2015 en Planeta Deporte

 

Tiempo muerto del básquet español

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El declive de la Liga Femenina ha provocado el éxodo de jóvenes promesas que emigran, cada vez más prematuramente, desde las prolíficas canteras españolas hacia EEUU en busca de un futuro más próspero que no encuentran en sus propias fronteras

La factoría del baloncesto femenino español funciona a pleno rendimiento. Calidad, fuerza y personalidad son el 3 en 1 que ha engrasado los engranajes de la cadena de montaje. El motor de la industria del básquet carbura como la seda. Atrás quedan las labores artesanales para moldear piezas únicas y exclusivas pero muy escasas. Hoy, se manufacturan hordas de jugadoras con un potencial en virtud a una sofisticada red de profesionales que desarrollan desde la base un patrón de contrastado éxito, la mentalidad ganadora.

La patente es obra de expertos extractores de un mineral con una pureza infinita hallado en las entrañas de prolíficas canteras. Los entrenadores de los escalafones inferiores excavan con minuciosidad en el potencial de estos diamantes en bruto, ejerciendo de cedazo que separa y filtra de imperfecciones a un talento todavía agreste.

De este modo, han ideado un prototipo de fiabilidad, eficacia y precisión para su fabricación en serie. Los principales mercados internacionales suspiran por incluir en sus plantillas a productos resultantes de nuestro tejido industrial. La consecución del último Europeo y la medalla de plata obtenida en el Mundial de Turquía de 2014, brillan como credenciales que validan el sello de garantía de calidad.

Las perlas más resplandecientes del muestrario español son seguidas de cerca por los ojeadores de los equipos punteros del continente y del otro lado del Atlántico. Un alto porcentaje de ellas se marchan fuera (prematuramente) de nuestras fronteras para poder forjarse una carrera. Y es que la eclosión de la generación más prometedora se ha topado de bruces con la alargada sombra de la crisis económica instalada en el básquet doméstico en la última década. Un precipicio que asoma a la máxima categoría del baloncesto femenino a un abismo semi-profesional.

Florecimiento sin primavera

El cambio climático financiero instaurado en el baloncesto nacional ha provocado la glaciación de las cuentas de los clubes, obligando a sus jóvenes moradoras a emigrar lejos de su hábitat en busca de alimento y cobijo. Del frío invierno amateur pasan directamente al intenso y cálido verano al otro lado del Atlántico. Las estaciones intermedias han desaparecido. En esa coyuntura, la Liga Femenina ejercía de primavera, un ciclo de transición en el que florecían los brotes verdes de nuestro básquet antes de volar fuera del nido hacia parajes más frondosos.

‘Mileuristas’ de élite

En España, el pastel es diminuto, poco ornamentado, insípido y carente de nutrientes. Un dulce poco azucarado que solo están dispuestas a degustar los descartes de otras ligas, jugadoras en declive con baja forma que buscan recuperar su mejor versión o veteranas que optan por un ritmo menos rígido. Las nóminas apenas alcanzan el salario mínimo interprofesional, una cantidad que ronda los 650 euros. Para compensar ese hándicap, los clubes recurren a argucias a la desesperada para conservar a los pilares de sus plantillas. Gran parte de los dirigentes son empresarios y mueven sus hilos para facilitar puestos de trabajo alternativos que les proporcionen una segunda fuente de ingresos.

El desfile español en la pasarela WNBA

La pasarela de la WNBA ha visto desfilar casi desde su inauguración a despampanantes talentos españoles prêt-à-porter, vestidos con virtudes de alta costura para lucirse en el escaparate más mediático del mundo. Desde su apertura hace menos de dos décadas, la presencia de España en la meca del baloncesto ha sido constante. Meses después de aquel partido (New York Liberty-Los Angeles Sparks) del 21 de junio de 1997, que bautizaba a la hermana pequeña de la NBA, una madrileña y una tarraconense ya le ponían acento español a la competición. Amaya Valdemoro y Betty Cebrián sentaron las bases de una sinergia con vocación de futuro. La aportación de ambas lubricó el salvoconducto americano para la carrera de generaciones posteriores.

Reportaje completo, en la edición 21 de SPGO (páginas 18-28).

Riesgo del fin

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Me considero un apóstol evangelizador de la doctrina de la Navaja de Ockham, aquel postulado metodológico de un fraile franciscano del siglo XIV que determinaba que “en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más correcta”. Sin embargo, en Huelva, somos capaces de desmontar hasta los aforismos más ancestrales. En lo ocurrido el pasado lunes, pueden existir varias respuestas que lo descifren, pero ninguna parece ser sencilla.

Pongámonos en situación. Unos surfistas se hallan cabalgando sobre las olas de la zona conocida como Casas de Bonares, en la playa de Mazagón, cuando atisban en la distancia a un animal aleteando varado en la orilla. Al aproximarse, descubren que se trata de un delfín aturdido que presentaba unos arañazos en el hocico y varias magulladuras en el lomo, sin que aparentemente se apreciaran heridas o síntomas de mayor consideración.

El fuerte viento y la debilidad del animal, extenuado por el esfuerzo, dificultaban los intentos de devolverlo mar adentro, motivo por el cual los jóvenes optaron por llamar a la Guardia Civil. Acto seguido, se persona en el lugar un veterinario de la Junta de Andalucía procedente de Sevilla que, tras una breve exploración sobre el terreno, determina que el delfín estaba enfermo y que no sobreviviría. Tras el diagnóstico basado, según los testigos, en una revisión somera del animal, sin llegar siquiera a tocarlo, se decidió unilateralmente sacrificarlo administrándole una inyección.

Acertadamente o no, se optó por la vía rápida. Los surfistas cuentan que los agentes de la Benemérita se ofrecieron a trasladar al delfín, en su 4×4, para que recibiera los cuidados necesarios en un centro especializado, pero el veterinario no transigió. Aunque en la clínica solo se hubieran podido certificar los peores presagios, el sentido común dicta que la actuación más diligente habría sido llevar al animal a unas instalaciones con medios suficientes. Al menos habría una refutación y una certeza que espantarían a las especulaciones actuales.  

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Emitir un juicio al respecto, con la más insolente de las ignorancias como único alegato, es quizás temerario, pero inevitablemente asaltan un sinfín de incógnitas y dudas que aún no han sido abordadas por los responsables y que no deben quedar sin respuesta.

¿Se siguió el protocolo adecuado?, ¿por qué no se accedió a evacuar al delfín?, ¿se agotaron todas las opciones antes de sacrificarlo?, ¿qué potestad tiene el veterinario para inducir una eutanasia de ese modo?, ¿es suficiente una inspección ocular para determinar que el animal estaba enfermo?, ¿qué tipo de patología sufría?, ¿era tratable? Cuestiones que ni mucho menos tratan de convertirse en una acusación velada hacia nadie, más bien son una simple exhortación a la transparencia y el esclarecimiento de unas circunstancias cuanto menos difusas.

Es momento de que el partido animalista, PACMA, y las distintas organizaciones ecologistas onubenses entren en acción y ejerzan de vigilantes que garanticen que la supuesta investigación abierta desde la consejería de Medio Ambiente no se queda en puro artificio político.

Es precipitado hablar de imprudencia, negligencia o términos similares, pero lo único cierto es que existió opacidad y escasa pulcritud en la actuación. Una situación que adquiere mayor trascendencia si cabe al tratarse el delfín de una especie protegida que transita de manera habitual por nuestras costas.

Artículo publicado el 1 de mayo de 2015 en Huelva24.com

Anduva estrecha los márgenes de salvación del Recreativo

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Edward Murphy, aquel señor que postuló la ley más desalentadora de la historia sobre el devenir y la causalidad, es socio honorario del Recre. Los blanquiazules han redimensionado el pesimista axioma del ingeniero estadounidense hasta encumbrarlo  a un nivel superlativo. Todo lo que puede salir mal, sale mal. El Decano se ha acostumbrado a iniciar sus encuentros con la tostada cayendo del lado de la mantequilla. No es que sea un perro flaco al que todo se le vuelven pulgas, es que su estado es famélico y sufre el incesante picotazo de la sanguijuela del infortunio.

Ante el Mirandés, completó la antología de despropósitos que se lleva escribiendo toda la temporada. El infortunio y una deficiente apuesta futbolística han provocado que los blanquiazules empiecen a echar raíces en un ecosistema tóxico y yermo como la zona de descenso. El Recre llegaba con un leve hilo de esperanza motivado por los tropiezos de la mayor parte de los equipos metidos en posiciones comprometidas. Pero volvió a perder (2-1) y resta una jornada más, tres puntos menos en litigio que reducen las opciones de permanencia.

Los burgaleses no fueron mejores, pero pusieron más oficio y explotaron a la perfección las características de un campo de reducidas dimensiones como Anduva que facilita el juego directo. Un apartado del juego en el que se manejan a la perfección los pupilos de Carlos Terrazas. En esta faceta, el Recre sufre un mal endémico muy condicionante. Ninguno de sus guardametas destacan por su superioridad aérea y seguridad en las salidas, lo cual influye globalmente en todo el entramado defensivo. El bombardeo constante a la línea de flotación onubense era la simple pero efectiva estrategia del Mirandés, con Urko Vera como detonador de los misiles aéreos.

Sotres relegó a Rubén en la portería

Sorprendentemente, José Domínguez, técnico visitante, relegó de la portería al titular Rubén Gálvez para volver a alinear a un inseguro y sobrepasado Dani Sotres. Una decisión poco comprensible a tenor del rendimiento del arquero de Aracena durante toda la temporada. Bastaron un par de aproximaciones de Álex García colgando balones desde la banda izquierda para evidenciar la merma en la confianza que arrastra Sotres. Pasos en falso, sin decisión, atenazado, era todo un manojo de nervios. Descolocado y como un flan, inspiraba desasosiego a sus zagueros. Poco se le pudo achacar, en cambio, en el tanto de Pedro Martín. Ni el más felino de los guardametas podría haber atajado el disparo del atacante malagueño desde la frontal, que rebotó en su compañero Urko Vera desviando la trayectoria para establecer el 1-0. Una carambola que infligía un castigo demasiado severo para el Recre y otorgaba premio inmerecido para los arandinos.

De nuevo le tocaba remar a contracorriente al Recre. Con el más desolador de los panoramas, los blanquiazules parecieron serenarse. El miedo a perder les atenaza y únicamente cuando van a remolque y la presión se reduce consiguen activar sus líneas y trenzan algo más de juego. Caye Quintana fue el más dinámico en el ataque, como de costumbre. Su velocidad marca la diferencia. Es el único junto a Álvaro Antón que imprime otro ritmo y ofrece alternativas. Sus diagonales y los continuos desmarques de ruptura trajeron de cabeza a Espín, aunque Razak seguía muy tranquilo ante la ausencia de rematadores.

Pedro Ríos estuvo a punto de igualar la contienda con un cabezazo en el punto de penalti, pero el palo repelió la ocasión más clara de todo el partido para lograr el empate. Acto seguido, un remate de Diego Jiménez a la salida de un córner también hacía contener la respiración al público de Anduva, pero Igor Martínez salvaba cerca de la línea de gol.

Pocas ideas en la reanudación

El Recre parecía entero pese al duro golpe. En la segunda parte, el Decano intentaba hilar fútbol, pero sin sastre en la medular, la tejedora se atascaba una y otra vez. Corazón pero sin ideas, la fórmula a veces funciona, pero ante un equipo serio y contundente atrás, hace falta mucho más. Y ese factor añadido que se precisaba lo proporcionó la expulsión de Fran Carnicer por doble amarilla. Sin embargo, el repliegue burgalés fue milimétrico e impenetrable y la desigualdad numérica nunca fue efectiva. En ese momento, José Domínguez volvió a cometer un error recurrente, despoblar la manija para acumular hombres arriba, una ruptura de equilibrio que ni mucho menos asegura más profusión ofensiva. Con mucho tiempo por delante y el choque igualado, optó por cerrar con tres y de ahí vino un desajuste que dio origen al segundo tanto del Mirandés. Pedro aprovechó los espacios para percutir por la izquierda, Núñez, carrilero tras los cambios, no pudo taponar la contra  y obligó a Menosse a hacerle la cobertura desguarneciendo la zaga, lo que permitió entrar al remate desde segunda línea a Álex García, que hacía el 2-0.

Habría tiempo para que el Recre diera remota emoción a los instantes finales del encuentro, cuando Álvaro Antón aprovechaba el rechace en un fallo de Razak para marcar el 2-1 en el minuto 87. La reacción llegó tarde y fue insuficiente. El Mirandés no renuncia a dar guerra en la pelea por la sexta plaza hasta el final y pone tierra de por medio con los puestos del descenso, mientras que el Recre huele, cada día más, al tufillo de la Segunda B.

Crónica publicada el 4 de mayo de 2015 en Planeta Deporte